Por fin llego el día, el día del estreno, nervios, nervios y más nervios. Qué quieren que les diga… llevo unas semanas con el típico nudo en el estómago que se forma antes de la función, antes de que se enciendan los focos y no haya vuelta atrás porque hay que salir al escenario, hay que darlo todo, el guión está aprendido, no te puedes equivocar, hay que dar lo mejor de uno mismo para no defraudar al público, así que aquí estoy, disfrutando de este momento, esperando que cuando acabe todo esto salgan aplaudiendo enérgicamente y con una gran sonrisa en la boca, felices y estando satisfechos de haber tenido esta cita con nosotras.
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Es nuestra primera cita, y como en todas las primeras citas, siempre se quiere sorprender, buscar un lugar especial, en el que tu acompañante se quede atrapado en el ambiente, la comida, el sitio, que sea un momento único y que se quede grabado en la retina, que sea original y que dure en tu recuerdo toda la vida. Para conseguir todo ello quiero citarles en una taberna cántabra con más de cien años de historia: El Machi
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Quedo aquí con todos ustedes porque me trae buenos recuerdos, porque sabe bien, por su olor a Mar, porque está en Santander, porque nos acerca a la playa, porque tiene los detalles bien cuidados, porque es especial. Porque es uno de esos lugares que te atrapan, en los que está todo tan rico que da pena dejar algo en el plato.
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Esta taberna marinera lleva en funcionamiento más de cien años, y hace poco ha sido reformada por María Gorbeña con un gusto exquisito. Un guiño perfecto a una taberna la cual ha visto pasar el tren por delante muchos años. Manteniendo el cartel de «atención al tren» en la puerta invita a entrar y a disfrutar de unas buenas rabas, hechas con harina ecológica y aceite de oliva virgen extra.
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Prevalecen los bancos corridos de madera azules y blancos, recordando así a las antiguas barquitas del puerto a punto de salir a faenar. Cualquier detalle, todos ellos bien cuidados hacen referencia a la Mar, aquella en la que se quedó el barco «Machichaco» después de salir de Astillero y explotar el 3 de noviembre de 1893.
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Paredes caladas en blanco, adornos marinos, vigas de madera en blanco y asombrosas columnas de hierro que sirven de decoración perfecta para conseguir el estilo necesario y único para conseguir que nuestra primera cita sea la mejor.
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Este local ofrece desde desayunos, comidas, cenas o simplemente un buen vermut acompañado con tus amigos. Les invito a pasar y a visitar esta taberna, un lugar acogedor, familiar, típico, divertido y ameno mientras se disfruta de una maravillosa comida.
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Platos colgados en la pared con motivos marineros, peces de diferentes colores, convirtiendo el ambiente en un acuario, imaginando estar en el fondo del mar, y en la barra de pescao, simulando una mini lonja, pueden elegir la pieza que más le apetezca en el momento.
Vajilla de loza, blanca y azul, consigue el maridaje perfecto con la ambientación del local. Un toque antiguo y vintage para mantener la esencia de la solera del lugar. Haciendo del mismo modo, sentirte como en casa.
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La originalidad de este sitio deja sin sentido, todos los detalles muy bien cuidados, mezcla perfecta entre la decoración actual con elementos vintage que consigue darle un toque especial. Cuando me hablaron de este sitio, he de confesarles que no me lo imaginaba así ni por asomo. Pensaba en la típica tabernita pequeña, llena de redes por las paredes, oscura y totalmente anticuada. Pero viendo la decoración actual, merece un 10. Un diseño perfecto, consigue atraparte en la parte de arriba mientras observas la barra, como entra y sale gente, como se alegran las personas al encontrarse, como se disfruta de cada segundo.
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Este lugar consigue parar el tiempo, barandillas azules, una lámpara de botellas de cristal, manteles marineros y la pizarra enorme que preside la una pared entera, explica toda la variedad que ofrecen de una forma muy original y te deja con la boca abierta cuando la ves.
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Un lugar en el que se está bien atendido, en el que se tiene una amplia carta donde elegir lo que más nos apetezca, una atención impresionante y una decoración muy fresca. Queda recomendado 100%. Todos los que viajen a Santander algún día… no duden en visitarla, no hace falta que se queden a cenar o a comer, pero vayan a probar sus rabas y un vermut, y seguro que salen con la mayor sonrisa que se pueden imaginar. Para que no se pierdan, busquen la calle Calderón de la Barca 9, al lado de los Jardines Pereda y el muelle. Y «entre pez y pez… pedazo de solomillo»
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¿Qué les ha parecido? ¿Les ha gustado el lugar elegido para la primera cita? ¿Les ha dejado ese sentimiento que les definía la principio?
Sean felices y no se pierdan ni una de las propuestas que hacen mis compañeras
Meu Canto – Petite Candela – La Bici Azul – Mi casa no es de Muñecas – Decora tu Alma – Deliving – Énola – Estilo Escandinavo – La Garbatella – Harmony & Design – Home Personal Shopper – The Juju Hat
The JuJu Hat 
